La Fundación de Iglesias vendió al chavismo dosieres del PSOE, partido con el que quiere pactar

Felipe González-Nicolás Maduro
Felipe González en un mitin. (Foto: EFE)

El Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), fundación controlada por Pablo Iglesias, no sólo hizo dosieres de dirigentes del PP para la dictadura chavista. Los ‘espías’ de CEPS hicieron lo mismo con el Partido Socialista (PSOE). En este caso, los protagonistas de los informes fueron dirigentes como Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero, Trinidad Jiménez o Alfredo Pérez Rubalcaba. Todos ellos muy criticados, hasta el punto de ser calificados como miembros de la «derecha». La fundación CEPS sólo vio un verdadero aliado del régimen chavista en el exministro de Exteriores Miguel Ángel Moratinos.

Uno de los ‘Informes tácticos’ elaborados por la Fundación CEPS con destino a la dictadura chavista se titulaba ‘Sentido de los cambios en el Gabinete ministerial de Zapatero’. El documento, con fecha de octubre de 2010, analizaba los cambios de ministros que realizó ZP. Los ‘espías’ de CEPS ponen especial énfasis en la sustitución de Moratinos por Trinidad Jiménez.

La nueva ministra se convirtió en un personaje incómodo para el chavismo cuando sustituyó al frente de la cartera de Exteriores a Miguel Ángel Moratinos, y así se lo hacen saber los autores del dosier al gobierno de Chávez pues consideraban que se producía “una cierta derechización de la política exterior española hacia América Latina”. Y profundizaban en la crítica hacia la ministra del PSOE: “Desde que Jiménez dirige la política exterior española la colaboración entre el PSOE y y el PP se ha estrechado y ha desaparecido la confrontación que existía entre los dos partidos en ciertos aspectos, especialmente en lo que concierne a América Latina. A diferencia de Moratinos, Trinidad Jiménez tiene una visión del presidente Chávez y de Cuba mucho más acorde con la del PP”.

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Los dardos sobre esta política fueron múltiples: “Procede de lo que se considera el ala dura del PSOE en lo referente a política exterior, es decir, al sector del partido socialista más cercano al expresidente Felipe González, de quien es amiga personal”. “Este sector del PSOE se caracteriza por ser uno de los grandes aliados del empresariado español en la aplicación del neoliberalismo en América Latina (…) Desde abril de 2001, Trinidad Jiménez forma parte de la comisión trilateral. Uno de sus principales ideólogos, Zbgniew Brzezinksi, ha afirmado que entre los objetivos de la Trilateral está el establecimiento de un sistema internacional que no pueda verse afectado por los ‘chantajes del tercer mundo’, rezaba otro amplio párrafo dedicado a la ex ministra de Asuntos Exteriores.

El expresidente Felipe González no merecía mejor opinión de los asesores españoles a sueldo de Chávez: “A Felipe González se le ha llamado embajador de las multinacionacionales españolas en Latinoamérica”. “El PSOE ha criticado la actuación por demasiado complaciente con Chávez, al que el expresidente González calificó de dictador el pasado viernes”, escribían en alusión a González. Hay que recordar que, en una entrevista reciente, Juan Carlos Monedero, cofundador de Podemos calificó a Felipe González como «lobista». Un término en concordancia con lo que describían los informes de CEPS.

El dosier sobre el exvicepresidente del Gobierno socialista, Alfredo Pèrez Rubalcaba, de quien se destacaba su “astucia y habilidad discursiva”, contenía las siguientes perlas: “Se ha destacado por ser la cabeza visible del PSOE en su implacable guerra contra ETA y su entorno que es, en realidad, contra todo aquello que signifique reivindicación de la soberanía y/o independencia del País Vasco”.

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Los asesores del chavismo equiparaban el terrorismo con independentismo. Le daban a Chávez la misma lectura de ETA. Ocultaban que el sistema democrático español no perseguía el independentismo político, salvo cuando tiene manifiestos vínculos con organizaciones terroristas. También le reprochaban haber llevado casi siempre la voz cantante en el reciente asunto de Arturo Cubillas, tanto acusándolo de terrorismo como señalando públicamente al actual gobierno de Venezuela, en general, y al presidente Chávez en particular de colaboración con ETA”.

Tampoco ahorraban ficha y crítica para el expresidente socialista Rodríguez Zapatero, paradójicamente uno de los primeros mentores de la aproximación socialista a Podemos: “El PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero llevó a cabo políticas económicas nada distintas a las del PP, y en los últimos años, un rescate a los bancos de más de 220.000 millones de euros en medio de recortes sociales a una sociedad cada vez más precarizada”.

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Los asesores españoles de Chávez temían intentonas desestabilizadoras del Gobierno español. Y, en este eventual conflicto, se ponían de parte de su cliente, el gobierno chavista, al que recomendaban lo siguiente: “Anticipar con el canciller Maduro las posibles estrategias para neutralizar nuevas desestabilizaciones provenientes del nuevo gabinete de Zapatero y orientar la relación con España hacia lo industrial para neutralizar las posibles avanzadas de Jiménez”. Con total sangre fría recomendaban usar como arma arrojadiza los acuerdos con empresas constructoras españolas, en ese momento en plena depresión del sector de la construcción en España, para invertir y atacar por esta vía al Gobierno.

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